Lunes, 19 de marzo de 2001
En el penúltimo día del encuentro, los participantes de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) discutieron la Declaración de Principios acerca de la Libertad de Expresión, aprobada por la OEA. Para los conferencistas, es un documento que trae el espirito de la Declaración de Chapultpec.
La Declaración de Principios sobre la Libertad de Expresión, aprobada en el pasado marzo, por la Organización de los Estados Americanos (OEA), fue el tema central de ayer en el encuentro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en Fortaleza. En un panel que movimientó toda la ma¤ana, el relator especial sobre la Libertad de Expresión, Santiago Cantón, uno de los teóricos del documento, dijo al público que los a¤os obscuros de los regímenes militares en América Latina se quedaron para tras, pero el autoritarismo tiene hoy nueva fachada. Para él, la Declaración de la OEA es un instrumento poderoso en esa lucha y solamente su uso continuo puede llevar al suceso de esa misión.
Cantón utilizó el ejemplo de Perú, donde "la tarea incansable de los que luchan por la libertad de expresión logró denunciar a la comunidad internacional lo que pasaba allí". Para mencionar otro ejemplo, Cantón recurrió a la historia de China, en la gran crisis de hambre, cuando 30 millones de personas murieron sin alimento. "Mao Tsé-tung no tenía la presión de los periódicos, que no funcionaban. Sin informaciones confiables, terminó involucrado en su propia propaganda que anunciaba una cantidad de arroz que el país no tenía".
Del Tribune Publishing Company, Chicago, Illinois, Jack Fuller, también conferencista del panel, dijo a los participantes que el documento es un paso importante para el reemplazo de las leyes que restringen la libertad de prensa. Según Fuller, ese trabajo no llegó a su fin y su texto debe ser invocado para que tenga vida. "A pesar de las diferencias culturales, país a país, queremos decir la misma cosa, lo que realmente importa para todas las sociedades".
El espirito de la Declaración de la OEA es el mismo de la Declaración de Chapultepec - redactada y firmada por la SIP, en México, en 1994 -, apunta Raul Kraiselburd, de "El Día", La Plata, Argentina. Para él, ese espirito es, inclusive, transmitido en un sentido más amplio de la libertad de expresión y prensa. "Ese no es un problema apenas de los periodistas. Es tema fundamental para todos los ciudadanos del Continente". Según Kraiselburd, después de Chapultepec, "encontramos una nueva expresión de ciudadanía".
Ariadne Araújo/O Povo